Cuando oímos hablar de agricultura orgánica lo primero que salta a la mente son productos agrícolas libres de químicos, aunque esto es parte de los requisitos para practicar una agricultura orgánica, no es el único parámetro a considerar.
La FAO define a la agricultura orgánica como un sistema de producción que trata de utilizar al máximo los recursos de la finca, dándole énfasis a la fertilidad del suelo y la actividad biológica y al mismo tiempo, aspira a minimizar el uso de los recursos no renovables y no utilizar fertilizantes y plaguicidas sintéticos pretendiendo en síntesis proteger el medio ambiente y a la salud humana.
Visto de esta forma lo orgánico no es tan simple como no usar productos químicos en el manejo y producción de cultivos agrícolas, eso significa que el calificativo orgánico obedece en mayor medida a un cultivo agrícola que se encuentra involucrado en un sistema productivo natural del cual forma parte intrínseca, esto es, por poner el ejemplo del café en Chiapas, que es un gran exportador de café orgánico a Europa, ahí el café se cultiva en la selva misma en un nivel de dosel protegido por la sombra de árboles de diversas especies, contribuyendo así a conservar la biodiversidad y garantizando los vitales servicios ambientales como la captura de carbono, la producción de oxígeno y la conservación y recarga de los mantos freáticos, todo para el bienestar de la sociedad. Lo anterior significa que el café en este caso forma parte indisoluble de una estructura orgánica integrada por los suelos, la vegetación, el clima y la intervención del hombre en el manejo y aprovechamiento del cultivo de una manera pertinente con las reglas establecidas por la naturaleza.
Naturalmente todo lo que hasta aquí señalado debe ser certificado por una entidad confiable que garantice al consumidor que paga por un producto realmente orgánico.
Regularmente las empresas certificadoras son privadas y están reguladas por los países destino de las exportaciones de productos orgánicos, como es el caso de Estados Unidos, Alemania, Holanda, Japón, Inglaterra y Suiza, entre otros.
Ahí se encuentra las empresas certificadoras más importantes del mundo, aunque los países con buena actividad en esta rama de la agricultura crean sus propias agencias certificadoras, desde luego en concordancia con las de esos países destino o reconocidas por ellos.
Costa Rica es un ejemplo en Latinoamérica por su avance en la agricultura orgánica, pues hay grupos que realizan toda la cadena completa, desde la producción hasta la comercialización de los productos, según lo señaló Yamaguchi Hiroyuki japonés especialista en el tema.
Costa Rica, sin embargo, tiene un problema la competencia desleal, pues se venden productos en cocheras y en diversos lugares como orgánicos sin tener certificación, según lo señala Mayra López, presidenta de la Asociación de Productores y Consumidores Orgánicos de Costa Rica (APROCO).
Costa Rica es un país pequeño con una superficie total de 51,100 km2 y una población 3.5 mill de habitantes, en comparación con Jalisco con una superficie de 78,588 km2 y una población de poco más de 8 millones de habitantes, sin embargo ha desarrollado una cultura en la producción de alimentos orgánicos que debe ser ejemplo para países más grandes de Latinoamérica como el nuestro, que sin embargo no valoran tanto la conservación de la biodiversidad, la protección al medio ambiente y a la salud humana.
Sobre el autor