El cambio climático y el calentamiento global son un efecto directo de las concentraciones de gases invernadero tales como el dióxido de carbono (75%), el metano (15%), los óxidos nitrosos (5%) y clorofluorocarbonos (5%). Estos gases atrapan una parte de la radiación infrarroja terrestre, cada vez en mayor medida causando el incremento de la temperatura global.
Lo anterior trae consigo cambios en el regimen de lluvias de diferentes regiones, provocando en algunos casos sequías prolongadas y en otros innundaciones que antes no ocurrián.
Entender el concepto del cambio climático implica comprender como se forma el clima y como funciona, el clima es el resultado de la interrelación entre la atmósfera, los océanos, las zonas con hielo, los organismos vivos y los suelos.
El análisis de este sistema climático de forma integral es la única forma de entender el cambio climático como consecuencia del flujo de materia y de energía dentro de dicho sistema.
El hombre juega un papel fundamental en el funcionamiento del sistema climático pues sus acciones contribuyen al flujo de materiales y energía.
Es así como la quema de combustibles fósiles, los procesos industriales y hasta los incendios forestales, producen dioxido de carbono y óxido nitroso, la producción de excretas de los animales principalmente bovinos y porcinos producen gas metano, el uso masivo de los fertilizantes nitrogenados produce también óxido nitroso, los clorofluorocarbonados son gases utilizados como refrigerantes y aerosoles que causan la destrucción de la capa de ozono y contribuyen al cambio climático global.
La temperatura de la superficie del mar en el Caribe, Golfo de México y Pacífico Mexicano podría aumentar entre 1 y 2°C, favoreciendo las probabilidades de que los ciclones tropicales alcancen categorías mayores.
El ciclo hidrológico se volverá más intenso, es de esperar que aumente el número de tormentas severas, pero que también se puedan producir periodos de sequía más extremos y prolongados. Las observaciones de los últimos años en México parecen coincidir con tal planteamiento.
Así mismo se proyectan retrasos en el inicio de las lluvias, con una extensión de la temporada de lluvias hacia los meses de otoño, para gran parte del país. Los escenarios de clima para el 2020 implican reducciones moderadas en la aptitud para el cultivo de maíz de temporal e incrementos en la superficie no apta de hasta 4.2%.
La Canícula “vendrá” sin agua con mayor frecuencia y por lo mismo los efectos en cultivos de temporal serán negativos en la mayoría de los casos. Para el verano las lluvias podrían disminuir hasta 5% en la parte centro de México.
Así mismo se esperaría un incremento significativo en el número de incendios forestales.Lo anterior de acuerdo al documento “ABC de Cambio Climático: Impactos y Acciones en México” de la Semarnat.
En definitiva el cambio climático para México implicaría modificaciones drásticas para su agricultura y por consecuencia para la producción de alimentos.
Es posible que haya una disminución del agua disponible para la agricultura lo que puede contribuir a la disminución de superficies de siembra aptas para la producción de maíz, que potencialmente serían sustituidas por la siembra de sorgo para uso forrajero.
Es conveniente promover el uso eficiente del agua para las actividades agrícolas, así como practicar una agricultura de precisión que elimine los excesos en el uso de insumos productivos contaminantes.
En lo general se esperan cambios en los patrones de lluvia y sequía que afectarían la estabilidad de especies animales y vegetales. Según el Banco Mundial si en México no se emplean nuevas tecnologías agropecuarias es posible que entre 30 y 85 % de los agricultores pierda el 100% de su producción.
Mientras que en Israel reza un dicho popular que “ni una gota de agua de precipitación debe regresar al mar” por lo que ha desarrollado las mejores técnicas de ingenieria hidráulica del mundo para aprovechar la escasa agua no salobre disponible, en México se escurre la mayor parte del agua de lluvia fuera del continente.
Es claro que se debe fomentar la captura y almacenamiento de agua de lluvia.
Esto propiciaría la diversificación de la producción, reduciría la presión sobre los acuíferos y mitigaría parte de los efectos del cambio climático en beneficio de la agricultura.
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