En México la agricultura comercial ha significado para los productores del campo ser exitosos, como ejemplo tenemos el boom de los invernaderos, que además de ser altamente productivos son sinónimo de modernidad.
Sin embargo esta alta eficiencia productiva no es sostenible en el largo plazo por varias razones; los costos de producción son elevados y la tecnología requerida para ser competitivo es cara, los compuestos químicos son fundamentales para su eficiencia productiva (fertilizantes y pesticidas), el gasto de energía es alto (agua, electricidad y manejo), el mercado de sus productos es muy exigente, en resumen esta condición no es sostenible en el largo plazo (no es sustentable).
Para que una agricultura sea sustentable debe tener empatía con el medio ambiente, esto es, no debe dañarlo; es así como el modelo deseable de producción agrícola para calificarse de sustentable requiere un uso más endógeno de los recursos naturales disponibles en cada región.
Aguilar en 1993 propone la definición de Agricultura sustentable “Aquella agricultura que implica componentes ecológicos, técnicos y sociales que permitan tener una producción de alimentos y fibras, sin poner en riesgo la conservación de los recursos naturales, la diversidad biológica y cultural para las generaciones futuras y que realmente fortalezcan un modelo de vida y de civilización distinto al que se ha impulsado a nivel mundial” .
Por otro lado Masera et al, 2000, la define como “La que persigue una distribución justa y equitativa de los costos y beneficios asociados con la producción, se preocupa por el rescate crítico de prácticas de manejo utilizadas por diferentes etnias, de igual manera busca reducir las desigualdades actuales de acceso a los recursos productivos e intenta, así mismo, desarrollar tecnologías y sistemas adaptados a la diversidad de condiciones ecológicas, sociales y económicas locales, además de tener que ser rentable ”.
De acuerdo a lo anterior un modelo ideal sería aquel utilice la labranza mínima o de conservación, la lombricultura, el control biológico de plagas, los biofertilizantes, los sistemas de producción tradicionales, los cultivos asociados, la producción orgánica.
La premisa es la protección del medio ambiente como soporte productivo y de vida, el objetivo es preservar la calidad de vida y la cultura de un pueblo, más que competir en mercados internacionales es resolver las necesidades de la generación actual sin comprometer la capacidad de la naturaleza para solventar las de las generaciones futuras, debe proteger y mejorar la calidad del aire, del suelo y del agua; esto es, debe ser «amigable» con el medio ambiente.
La labranza de conservación, actualmente es usada en más de un tercio de las tierras de cultivo de los Estados Unidos, esto es en alrededor de 50 millones de hectáreas.
En México se ha iniciado por parte del CIMMYT y la SAGARPA en coordinación con algunos Centros de Investigación y Universidades un programa denominado MasAgro que pretende desarrollar una agricultura sustentable principalmente en los cultivos de maíz y trigo, dicho modelo prioriza entre otras cosas la conservación de los recursos genéticos disponibles, esto es, clasificar la biodiversidad genética para generar catálogos que hagan mas fácil su aprovechamiento a lo largo y ancho del país, por otro lado el modelo también pretende generar capacidades para adoptar prácticas agronómicas sustentables adaptadas a las zonas agroecológicas del país y brindar asistencia técnica a través de nodos de innovación regionales.
Para ello se habla de una inversión de más de 1,600 millones de pesos en 10 años.
El MasAgro, pretende que el rendimiento de maíz en temporal se incremente a 3.7 ton/ha con lo que la producción total del país podría alcanzar hasta 33 millones de toneladas, en los próximos años, es decir, 10.5 millones de toneladas adicionales a las 22.5 millones de toneladas que se producen, en promedio, por año agrícola.
En México, se siembran aproximadamente 7.8 millones de hectáreas de maíz; 6.4 millones son de temporal y 1.4 de riego; los rendimientos de estas modalidades son, en promedio, de 2.2 y 7.3 toneladas por hectárea, respectivamente.
Si se logra la sustentabilidad en el 50% de las áreas de temporal podría ser el principio de la rentabilidad de nuestra agricultura si exponer a daños al medio ambiente.
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