La agricultura

Del libro “Panorama de la agricultura en México”

Escrito por SALVADOR MENA MUNGUIA

agricultura-prehispanica-en-mexicoAtendiendo a las raíces latinas de la palabra, agricultura significa literalmente “campo de cultivo” o “campo cultivado”, del latín ager, agri (campo de cultivo) y cultura (actividad del cultivo o cultivado), derivado del verbo colere (cultivar, habitar) (Word Press, 2008-2014).

Así pudiera definirse como el conjunto de actividades y conocimientos desarrollados por los humanos, destinados a cultivar la tierra y cuya finalidad es obtener productos vegetales como verduras, futas, granos y pastos para la alimentación del ser humano y del ganado.

Agricultura es el nombre femenino para designar el cultivo de la tierra.

Empezaremos por definir a la domesticación como “la modificación consciente del medio ecológico por el hombre con el fin de auspiciar el desarrollo de especies vegetales y animales seleccionadas y modificadas con el fin de conseguir los materiales que satisfagan las necesidades del conjunto humano”.

Esta definición fue elaborada por el maestro Efraín Hernández Xolocotzi, gran estudioso de la etnobotánica mexicana y autor de innumerables artículos y libros sobre el tema, conocedor profundo de la agricultura tradicional y conservador de muchas de las costumbres de nuestros ancestros respecto a la alimentación, valores y modos de vida.

La agricultura prehispánica

El maestro Hernández comentaba que en tiempos prehispánicos las regiones templadas y semiáridas de México y Mesoamérica eran las preferidas para vivir por los grupos humanos, pues tenían menor incidencia de parásitos y patógenos causantes de enfermedades, en comparación con lo que sucede en las regiones tropicales, donde hasta la fecha resulta difícil erradicar algunas de ellas. Esos grupos nómadas cazaban y recolectaban frutas, raíces y partes vegetales en las distintas zonas ecológicas y épocas del año para satisfacer sus necesidades  de sobrevivencia, teniendo una fuerte dependencia de la distribución e intensidad del temporal de lluvias, y de los fenómenos meteorológicos en general, así aprendieron la fenología de los cultivos y los hábitos de los animales; después vendría la agricultura y la domesticación de algunos animales, que no la ganadería, ya que ésta se inició con la llegada de los españoles.

De esta forma, en Mesoamérica se inicia la agricultura como una respuesta a los frecuentes periodos de insuficiencia de producción de alimentos en el ambiente natural auspiciado por las condiciones subhúmedas y semiáridas que implican fuertes variaciones climáticas. El inicio de la agricultura en esas regiones implicó en la mayoría de las ocasiones un largo proceso de domesticación de especies silvestres, hasta llegar a la producción de las diferentes variedades que ahora conocemos del maíz, frijol, algodón, chile, calabaza y aguacate, en ambientes con mayor disponibilidad de humedad.

Es así que combinaciones productivas como el cultivo del maíz asociado con frijol, chile y calabaza se constituyeron en la base de la agricultura prehispánica; este sistema de producción se modificó a la llegada de los españoles de acuerdo con sus costumbres y necesidades, además de incorporar la ganadería. La combinación de cultivos producida por los indígenas permitía ciertas ventajas, por ejemplo, el frijol como variedad enredadora trepaba por las fuertes cañas de maíz, captando así mayor cantidad de rayos solares; la calabaza cubría con sus amplias hojas al suelo, protegiéndolo del impacto de las gotas de lluvia y reduciendo la erosión hídrica, la evaporación excesiva y la luminosidad que pudiera favorecer el desarrollo de malezas que le compitieran a las especies cultivadas, pero el principal efecto era la disposición plena del medio ambiente para el aprovechamiento y beneficio de las tres especies cultivadas en asociación, de tal forma que eran más productivas que si cada una de ellas se sembrara por separado. Los conquistadores se encontraron con un sistema agrícola muy diferente a su realidad ecológica, que fue incomprensible para ellos y prácticamente lo destruyeron, para dar paso a una agricultura de monocultivos basada en el manejo del suelo con aperos de labranza y tracción animal, como lo hacían en Europa.

Cuando llegan los españoles al Nuevo Mundo, el maíz se encontraba diseminado por todo lo que después denominaron América, particularmente México, tanto en tierras frías y calientes, como costas y altiplanos, desde el nivel del mar hasta alturas por arriba de los 3 000 m.s.n.m. La importancia de este cultivo era tal, que se consideraba que el hombre estaba hecho de maíz, como lo demuestran las pinturas de Cacaxtla y como refiere el libro sagrado de los mayas, el Popol Vuh; a menudo la planta se representaba como ser humano y las mazorcas como cabecitas de pipiltoton (niños-niñas). Los hombres de maíz lograron extender el cultivo de la planta por todo el continente, cuyos límites fueron sólo la escasez de humedad, los lugares gélidos y más allá de los 3 500 m.s.n.m., representando el alimento básico de la dieta en todas las culturas indígenas, con una gran riqueza de platillos preparados, era la mejor fuente de energía, era su cultura, era su socialización y fiestas, eran sus dioses y eran ellos mismos.

El frijol complementaba al maíz, ya que era el abastecedor de la proteína y minerales que garantizaban una adecuada nutrición. Su importancia era tal, que en la época de la civilización azteca llegó a incluirse en la lista de artículos que debían cobrarse como tributo a los pueblos dominados. El frijol preferido era el llamado “ayocote” pero había una gran diversidad de tipos y variedades, según lo consigna Fray Bernardino de Sahagún en su obra Historia general de las cosas de la Nueva España:

El que vende frijoles, si es buen tratante de ellos, vende cada género de ellos de por sí, y los aprecia según su valor y sin engaño; y los frijoles que vende son los nuevos, limpios, gordos y que no están dañados, tales que como piedra preciosa se pueden guardar en el arca o en la troje, como son los frijoles amarillos, colorados, blancos y los menuditos, y los que están como jaspeados, y de otros diversos colores (Sahagún, 1981: 93).

La calabaza, además de aportar como alimento la pulpa, las semillas y la flor, se podía utilizar desde entonces para hacer vasijas. Del chayote se aprovechaba tanto el fruto como la raíz. Además se cultivababan otros cientos de preciosos cultivos de los que mencionaremos el jitomate, el huauzontle, el epazote, el camote y la jícama. También se cultivaban y aprovechaban gran cantidad de frutales, como el aguacate, la chirimoya, el mamey, varios tipos de zapotes, capulín, tejocote, ciruela, guayaba, nanche, guamuchil y guaje. En zonas calientes y húmedas el cacao tenía gran importancia hasta como moneda, así como la vainilla, que servía para aromatizar las bebidas de cacao; también se aprovechaba el cacahuate y la piña. Entre las plantas de uso industrial destacaban el maguey, del cual se utilizaba su fibra (ichtli), importantísima para la cordelería y el algodón, cultivado a base de riego en zonas templadas y que servía para la confección de túnicas. El nopal era muy importante, pues, además de proporcionar alimento por sus pencas y tunas, también servía de alimento a la grana o cochinilla, que es un insecto (Homoptera: Dactylopiidae) Dactylopius coccus que proporciona un colorante que tiñe de un color carmín muy especial y que era usado especialmente para los mantos de los emperadores. El tabaco como planta estimulante al fumarse tenía rasgos de misticismo. Los animales de cría eran el perro y el guajolote y una especie de pato del que además se utilizaban sus plumas para arreglos artísticos. Los animales de caza de mayor valía eran las aves de iridiscentes plumajes, con los cuales llegaron a producir un arte plumario, elaborando, entre otros, enseres increíbles y penachos, pero también cazaban patos silvestres, codornices, conejos y venados que servían de alimento y exquisitos platillos de arte culinario.

agricultura-prehispanica-01

El instrumento de labranza tradicional era la coa o huichtli, una combinación de pala y bastón sembrador, era generalmente de madera; como instrumentos perforantes se usaban agujas de espina de maguey y punzones de hueso. Se carecía de fuentes de energía distintas a la del trabajo humano, lo que hacía más difíciles las labores, ya que tampoco se habían diseñado máquinas para la multiplicación y la transmisión de la energía. Los mayores logros de la agricultura se circunscriben al trabajo tanto calificado como intensivo de los cultivos, especialmente de riego y chinampa, derivado actual de tales “jardines flotantes”, es lo que aún queda de Xochimilco. Las semillas se hacían germinar en almácigos con semilla previamente “curada” para protegerla de las plagas y después se transplantaba al campo. Como fertilizantes se usaban el limo del agua de riego y el lodo del fondo de las acequias que rodeaban las chinampas, el rastrojo se quemaba y las cenizas se depositaban también como fertilizante.

Tenochtitlan, capital del imperio azteca, se rodeó de obras hidráulicas avanzadas que permitían la conducción de grandes volúmenes de agua, con el fin de evitar inundaciones y aprovecharla como sitios de cultivo; para ello se construyó una red de canales tan extensa y compleja que en su momento habría de dificultar el acceso de los caballos de los españoles y con ello la Conquista. La obra hidráulica magna de ese periodo fue el llamado “Albarradón de Netzahualcóyotl”, que iba desde la orilla norte de la laguna al pie de la sierra de Guadalupe, hasta la meridional, un poco al oriente de Iztapalapa y que separaba la laguna de Mexihco con sus ciudades y chinampas de las aguas salobres del lago de Tetzcoco. Tenochtitlan, asentada dentro de la laguna, necesitaba además acueductos que trajeran agua potable desde los manantiales de tierra firme, eran grandes obras de ingeniería bajo la conducción de expertos o tlamatinis, seguro altos personajes del imperio que organizaban el trabajo de grandes conglomerados humanos u obreros (tekinis); eran los tiempos del poderío avasallador de la gran Tenochtitlan.

La transculturización de la agricultura indígena en México

Los conquistadores llegaron al Nuevo Mundo no con la idea o preocupación por hacer producir la tierra, sino con la intención de enriquecerse rápidamente mediante la extracción de minerales preciosos como el oro y la plata, o simplemente como una aventura; sin embargo, como un asunto de sobrevivencia, tuvieron que impulsar la agricultura, la ganadería y las obras hidráulicas para su sostenimiento y desarrollo. Desde entonces la agricultura mexicana ha evolucionado en medio de tensiones crecientes entre diferentes sistemas y formas de producción. La primera diferencia surge entre la agricultura y la producción ganadera que sobrevive hasta la actualidad, la primera ligada al sacrificio y la baja remuneración por sus productos y la segunda más cerca de la bonanza y la productividad, aunque se dan diversas combinaciones y claro-obscuros entre ellas. Según el maestro Tomás Martínez Saldaña, a partir de 1550 la agricultura de México se dividió en   dos grandes tipos: la agricultura prehispánica maicera e intensiva, que no desapareció, sino que sólo se vio alterada, modificada y mutilada, y la agricultura española extensiva con tracción animal. Estas dos estampas empiezan a dar forma al México agrícola y sus dualidades: por un lado la coa y el arado; por otra parte, el buey y la mula; el indio y el español; el campesino mestizo y el hacendado (Palerm y Martínez, 2000: 469).

Gabriel de Alba señala que la agricultura con tecnología empírica se constituyó como un producto sincrético entrechinampas lo indígena (maíz, frijol, calabaza) y lo español (caballo, vaca, cabra, caña de azúcar, arroz, trigo). Ese sincretismo se dio principalmente, pero no sólo en dos áreas: los valles centrales (México, Puebla y Toluca) y la Gran Chichimeca (toda el área del altiplano, desde Querétaro hasta Saltillo). En los valles centrales el primer paso consistió en incorporar la oveja y el asno, y después el cerdo, en la agricultura indígena. Esto fue obra de los frailes franciscanos que evangelizaron, pero también transculturizaron a los conquistados; bien mirado, ellos fueron los primeros extensionistas agrónomos de México (Herrera, 1818: 554).

Esas tres especies animales cambiaron por completo la vida india para el bien de todos. El asno liberó al “tameme” de ser cargador, incrementó el comercio y abarató los productos transportados. Algodón, maíz y leña, entre otros, bajaron de precio al incorporar mayores áreas de producción a los centros de consumo. El borrego aportó lana para abrigo, carne para alimento y sebo para las velas; así, las noches del indio dejaron de ser frías y tenebrosas. La cobija, el gabán, la vela y la barbacoa hecha con carne de borrego, pasaron a ser la norma de la vida. El cerdo aportó carne y grasa (manteca) para la cocina, los frijoles refritos y los tacos de carnitas con guacamole se volvieron casi una rutina.

Si bien los cambios fueron notorios en el orden técnico agrícola, más lo fueron en el orden agrario, pues desaparecieron los sistemas indígenas y fueron sustituidos por los sistemas europeos, incluso algunos de ellos también desconocidos en Europa, tales como la merced (permiso real para poseer tierras), la peonía (superficie de 40 a 80 has con tierras de diferentes clases), la caballería de tierras (cinco veces mayor que una peonía), la hacienda (unidad de producción agrícola constituida por una propiedad rural bajo el dominio de un propietario, explotada con trabajo dependiente o esclavo, con un empleo escaso o intensivo de capital y que produce para el mercado) y la comunidad indígena (propiedad de los pueblos indígenas ya asentados). Estas dos últimas fueron creación de la política española de control y colonización sobre Hispanoamérica y dominarían el paisaje mexicano por más de cuatro siglos.

Con una mayor seguridad en el suministro de los alimentos requeridos y con un mayor conocimiento de las prácticas y procesos de la producción agrícola, se da paso al establecimiento y desarrollo de los centros de población, la organización y división del trabajo en el campo e inicia la observación y reflexión sobre los fenómenos físicos, biológicos y sociales que el desarrollo y evolución de la producción agrícola implica. Se cree que en Mesoamérica inician de esta manera cinco grandes regiones: la cuenca del valle de México, las llanuras de Cholula y Tlaxcala, la Mixteca, los valles centrales de Oaxaca y la llanura de la ciudad de Guatemala.

Esperamos tus aportaciones o comentarios.

Para mayor info sobre el libro comenta aqui

1 comentario sobre «La agricultura»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Related Post