Agronomos Generales,Técnico Agronomico El hombre que cultiva la tierra

El hombre que cultiva la tierra

Según el texto de la UNAM, “La agricultura en México: un atlas en blanco y negro”

de Atlántida Coll-Hurtado y María de Lourdes Godínez Calderón

Así como la tierra es la base material de la actividad  agrícola,  el hombre  es  el  motor  fundamental  de  tal  tarea,  el  hombre   rural   es quien lleva a cabo la actividad.

Si bien en la población  de México  la  que predomina en números  absolutos  es  la población  que vive  en  las ciudades, es decir, en localidades de más de 15 000 habitantes , geográficamente, esta población urbana se halla m uy  local izada  en unas cuantas zonas  del  país  que  forman  corredores  de  ciudades  o  bien que aparecen como puntos aislados  en  el  resto  de  su  región (Figura 21).

Población urbana en localidades de mas de 15 mil Habitantes, 2000

Por tanto, el  resto  del  país  está  ocupado  de manera  más  o menos dispersa por la  población  rural  (Tabla  6).

De  ésta  se  pueden hacer dos  consideraciones:  tomar  en  cuenta  aquella  que  habita en  localidades   menores   a   15  000   habitantes   (Figura  22)  o  bien la que es rural  por tradición , o sea, la población  que habita  en  localidades menores a 2 500 habitantes: 24.7 m millones  de  personas (Figuras 23 y 24).

Población urbana en localidades de menos de 15 mil Habitantes, 2000

 

Población urbana en localidades de menos de 2,500 Habitantes, 2000

 

Dispersión de la población Rural, 2000

Esta última es  la  imagen  del  verdadero  mundo rural  mexicano,  imagen  que  se  agrava  si  se  representa tan  solo  los diez  millones  de  mexicanos,  el  I 0%  del  total ,  que  habita n  en pequeñas localidades de menos de 500 habitantes,  límite de población que se utiliza como criterio para dotarlas de los servicios fundamentales:  agua, luz, etc.

Las entidades que destacan  en  este sentido del México profundo, el de las masas dejadas de lado por  el  proceso  de   modernización   del   país,   son   Veracruz,  Chiapas,  Jalisco, Oaxaca y Michoacán, Guanajuato, Querétaro y San Luis Potosí, las que cuentan entre cien mil y más de 250 000 personas en estas condiciones (Figura 25).

Dispersión de la población, 2000

Entre esta población rural se encuentran los campesinos y los agricultores. La diferenciación se hace en  función  del tipo de agricultura a que se dedican, como se irá viendo más adelante. Campesino es sinónimo de cultivador

………pero hay que precisar. En el término  se encuentra  la  idea de  la liga con la tierra, lo que no implica por fuerza ser su propietario. El campesino cultiva con la experiencia y con  los medios locales como le ha enseñado la tradición  local  heredada, y utiliza el conocimiento adquirido en el lugar. En este sentido, cada pequeña región agrícola tiene  su  tipo  de  campesino …El agricultor que utiliza los recursos de la técnica y la ciencia para modificar su sistema de cultivo,  no  es un  campesino en  sentido estricto (George,  1984:337).

Así, los campesinos son los que están más a merced de las transformaciones provocadas por los cambios en las políticas agrícolas oficiales, por la apertura de los mercados, ya que les es muy difícil incorporar nuevas técnicas y carecen de  crédito  y  de  capacidad económica para realizar costosas inversiones que los convertirían, teóricamente, en productores competitivos. De ahí que en aquellas zonas en donde se introducen técnicas modernas se provoque un abandono de la parcela tradicional  y el cambio del campesino  por el  de  los  obreros  agrícolas.

En el seno de la población rural se  encuentra  la  población trabajadora  del  campo,  la  población  económicamente  activa  (PEA)  en  actividades  primarias  que  comprenden  fundamentalmente  la agricultura, pero también la ganadería, la pesca y  la  explotación forestal. Los activos agrícolas corresponden a unos 5.3 millones de personas en 2000 (Tabla 7).

Dos son las  entidades  francamente  agrícolas del país : Oaxaca y Chiapas, a su vez las de dominio indígena y sede de problemas sociales no  resueltos:  más  del  40%  de  su PEA total está en el campo. En contraposición, las entidades de la  frontera norte, maquiladoras por excelencia, son las  que  dedican menos  activos  a  la generación  de cultivos (Figura   26).

Población económicamente activa primaria

La distribución de los activos agrícolas corresponde a la de la población  rural  (Figura 27) y  puede  notarse  su  predominio claro en las regiones de prevalencia indígena de lo que  alguna  vez  fuera Mesoamérica . Es interesante constatar que en los últimos treinta años, el l paso de  u n a  generación  t::i n solo,  la  PEA  primaria  ha crecido  en  proporciones  importantes   en  algunas  entidades,   si  bien en otras ha  disminuido  radicalmente  (Figura  28a).  El  comportamiento en número relativos es notable (Figura 28b): en algunos estados como Chiapas ha disminuido proporcional mente  del  73%  de la PEA total en 1 970 a 47 .3% en 2000; otro tanto sucede con Oaxaca: de 7 1 .5% en 1 970 se redujo al 41. 1% en 2000. U no de los cambios más dramáticos es el de Zacatecas que tenía el 64% de su PE/\ dedicada a las labores del campo en 1970 y que para 2000 sólo ocupa a l 20% de los activos totales: los demás deben estar seguramente en los Estados Unidos.

PEA en actividades primarias

 

P E A primaria 1970 y 2000 (datos absolutos)

 

P E A primaria 1970 y 2000 (datos relativos

La estructura  interna de la población  económicamente activa  primaria se caracteriza por u n claro predominio de los que trabajan por su cuenta seguidos por los jornal eros y peones, que no son más que los campesinos sin tierra . U n rubro de empleados y obreros corresponde a la agricultura moderna y sólo  representa el  10% del total (Tabla 8; Fi gura 29).

Estructura interna de la P EA primaria

Los jornaleros son, básicamente, campesinos sin tierra o con tierras tan pobres que no alcanza para la supervivencia y que alquilan su fuerza de trabajo en las tierras productivas del norte. Es práctica común que trabajen, además del campesino, las mujeres y los niños. No hay estadísticas confiables, por u na parte, la propia Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos (SARH) consideraba que «existen cerca de 5 millones de jornaleros agrícolas» (Romero, 1996). Además,

Se estima que las mujeres constituyen ahora alrededor de u n tercio del total de jornaleros que trabajan en el campo mexicano. El aumento de la emigración rural, y especial mente la salida de los miembros de la familia que tienen mayor capacidad de trabajo, puede tener como con secuencia u n deterioro notable en las prácticas agrícolas en las unidades campesinas productoras de maíz»  (Hewitt, 1992: 53).

Es por eso que ya no es raro que los jornaleros pi dan su pago en grano y no en dinero, o bien en pulque y comida, como en algunas partes  del  Estado  de México.

No se trata de u n fenómeno temporal, aunque sí es estacional y existen ru tas bien establecidas según las épocas de  siembra  y  cosecha; es u n fenómeno permanente de la estructura agraria nacional (Astorga, 1 988). Por otra parte, se puede pensar que las  modificaciones de los patrones de agricultura de  subsistencia  alterarían  la oferta de mano de obra: el desarrollo rural en áreas minifundistas es antagónico a los  intereses  patronales  en  las  regiones  modernas  y también  a las políticas agrícolas  de las  instituciones que  patrocinan  u n crecimiento de las regiones comerciales a costa de las regiones atrasadas el desarrollo rural aplicado a varias regiones del país afectaría  a los  empresarios  agrícolas  -no  porque   les  expropien la tierra- sino porque l es sube los costos de producción (Ibid.:427- 428).

Esta  situación   se  aclara   todavía   más   cuando   se  anal izan   los  n i veles de  ingreso  de la población  campesina (Tabla 9).

Nuevamente es en la zona su r del país donde prevalecen los más bajos ingresos, que explican  tanto  las  condiciones  de  pobreza  de esas poblaciones como los elevados niveles de emigración de la población (Figura 30).

El ingreso de los agricultores

En contraposición , los altos salarios corresponden, de hecho, a  la frontera  norte,  si  bien  las proporciones  de  los que reciben esos ingresos son mucho más reducidas que en  el otro caso (Figura 31 )

El ingreso de los campesinos

El trabajo de la mujer, como se mencionó más arriba , no está bien cuantificado; no obstante, con lo que se tiene, puede señalarse que es cada vez más reconocida su participación en la actividad económica, y no mantenida como parte de las labores domésticas . Hoy la mujer participa de manera importante en el campo, en particular, nuevamente , en los estados del sur del país en donde pre­ dominan las mujeres que trabajan por su cuenta, si bien en algunas zonas del norte es notable también por  su participación  como jornal eras (Figuras 32 y 33).

El trabajo de la mujer en el campo

 

La mujer campesina

Los bajísimos nivel es de ingreso del medio rural quedan compensados  en  parte  por  el  aporte  de  las  remesas  que  envían desde Estados Un idos  los trabajadores  migrantes,  legales  o  i legales:  se calcula que por  ese concepto  ingresan  al  país  entre 6  500 y  8 500 millones de dólares cada año, por lo que México es el cuarto  país receptor neto a nivel mundial (Figura 34). Las remesas tienen diversos orígenes: son las transferencias  realizadas  por  los  migrantes permanentes; las que realizan los migrantes temporales; las que provienen  del  «cruce»  diario  en  las  zonas   fronterizas;  el   dinero que envían los descendientes  de mexicanos  que  viven  en  aquel  país, y lo que reciben por pensiones y jubilaciones los trabajadores  retirados  que tienen  derecho  a  la  prestación .

Remesas enviadas a México desde Estados Unidos

Los impactos regional es y locales de las remesa s son suma­ mente significativos, aunque diferenciados … Michoacán, la entidad  que  mayores  recursos  recibe  por  esta  vía,  absorbió poco más de 1 000  millones de dólares  por  remesas  en  el 2000, en tanto que Zacatecas obtuvo alrededor de 196 millones (CONAPO).

Estas remesas permiten la sobrevivencia en un medio rural en el que la población masculina está ausente. Se invierten en la manutención de la vida cotidiana, en alguna mejoría  de  las tierras  agrícolas y de la vivienda, en el establecimiento de pequeñas empresas comerciales  o  artesanales.


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