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Generalidades de la Agricultura en Mexico

Según el texto de la UNAM, «La agricultura en México: un atlas en blanco y negro»

de Atlántida Coll-Hurtado y María de Lourdes Godínez Calderón

La frontera entre lo rural y lo urbano es cada vez más imprecisa debido al acelerado crecimiento de las ciudades a costa de otros  espacios (Dollfus, 1976), fenómeno típico de México en los últimos cincuenta  años.  A   su  vez,  dentro  del  espacio  rural   hay  diversos   tipos de territorios: campos agrícolas, bosques, eriales; así, la superficie dedicada a la práctica agrícola no es inmutable sino que va cambiando  con  el tiempo.

En México, la  tierra  que  se  destina  al  cultivo  recibe el  nombre de tierra de labor. Para 1950 le correspondían 19.9 millones de hectáreas. La superficie creció sucesivamente  hasta  llegar  a 31 .1  millones en 1990, pero luego  se redujo  hasta 21.7 millones de  hectáreas  en  el  2000.  Estas oscilaciones se  reflejan  en  la cantidad  de tierra  de que se dispone para el cultivo, ya que no toda esa superficie es sembrada, ni mucho menos cosechada  año  con  año.  Los  cambios  también se notan en las tierras  dedicadas  a  los diferentes cultivos  que sufren aumentos o  reducciones, dependiendo  de toda  u na  serie  de factores, tanto de índole natural  como  por  las  presiones  del mercado.

Los factores naturales son  determinantes,  en  primera  instancia,  en  la  ubicación  de  las  tierras  de  labor:  el  relieve,  las  condiciones  climáticas, las características de los suelos, van conformando tierras aptas  para   la  agricultura,  de  tal   manera  que  su  distribución   en  el país es muy poco homogénea. En algunos estados,  las  tierras  de labor representan  más de la mitad  de su superficie:  tal es el  caso   de Tlaxcala,  Guanajuato  y  Morelos;  en  el  otro  extremo,  las  condiciones de sequía o la vegetación de selva implican que menos del 5% de la superficie estatal pueda dedicarse al cultivo: Coahuila, Quintana Roo o Campeche (Figura  1).

Las condiciones externas, las del mercado tanto nacional como internacional, van determinando la  cantidad  de  tierra  dedicada  a uno u otro tipo de cultivos. Los cereales son los que tienen mayor representatividad espacial en México: cerca de 9.5 millones de hectáreas en 2000. Le siguen los cultivos forrajeros, con 5.1 millones y los cultivos industriales con 2.5 millones de hectáreas. Cabe aclarar que superficie no implica valor. En este sentido, hay cultivos que tienen relativamente poca superficie, pero que generan un elevado valor de la producción agrícola, como sucede con las  hortalizas: menos del 3% de la superficie total sembrada en  1999 generó más  del 18% del valor total agrícola; los cereales tienen poca  importancia relativa por predominar su cultivo en la economía de subsistencia. Son los grupos  de  otros  cultivos  los  que  generan  la riqueza en el campo: los frutales en Michoacán, la caña en Veracruz, las hortalizas en Sinaloa.

La  distribución  de  los  diferentes  cultivos  en  el  país   refleja   lo  dicho más arriba, además de las condiciones socioeconómicas prevalecientes en el medio  rural.  Existe  un  claro  predominio  del cultivo de cereales, maíz fundamental mente, como se verá más  adelante.  Pero  algunas  entidades  tienen  gran  importancia   en  el  cultivo de forrajes como Tamaulipas,  Nuevo  León  y  Coahuila. Otro  grupo a señalar es el de los cultivos  industriales  -café,  caña  de  azúcar,  henequén,  vid-  que  destacan  en  entidades  como  Chiapas,  Veracruz y Baja California (Figura 3).

Un tipo de cultivo que no es fácil  de rastrear, pero que tiene u na enorme importancia a nivel local  para  los campesinos, es el  cultivo de drogas, a pesar de las continuas campañas de control que se llevan a cabo. Se ha calculado que para 1999. se cultivaban 11 500 hectáreas de amapola y 23 100 hectáreas con marihuana (Aguayo, 2000). Las  regiones  montañosas ,  más  alejadas  de  las  vías  de  comunicación, son las idóneas para este tipo de  cultivo, o  bien  se  intercalan  con  otros  cultivos  que  enmascaren  la   producción :  plátano, chile, palmeras, etc. (Carrillo, 1998).  Si  bien  el  cultivador  es  la parte   más  débil   de   la  cadena   del   narcotráfico ,  las  ganancias   que llega a obtener lo obligan  a sustituir sus milpas  de subsistencia  por los frutos prohibidos : los salarios de los jornaleros  indígenas suelen  ser de unos 15 pesos diarios  en  cultivos  permitidos, mientras que el cultivo de estupefacientes  puede  dejar  $150 diarios a  los  hombres  y $100 a  mujeres  y  niños;  por  u n  kilo de  goma  de opio  se  llegan  a  pagar  de  20  a  50 000  pesos  (Carrillo,  1998).  En  tanto Estados  Unidos sea un mercado demandante seguirá la producción de enervantes, a pesar de que «Desde 1992, Estados  Unidos  disputa  a México, a su vez su principal proveedor, el primer lugar como productor  mundial  de marihuana …» (Koutouzis, 1997).

Una de las consecuencias  de  lo  anterior, aparte  de  los  problemas de  control  por  parte   del   Estado,  es   que   el   precio   de   la   tierra ha aumentado vertiginosamente en las regiones de cultivo y se ha favorecido un  cierto  movimiento  de  concentración  de  tierras  como en la tierra caliente del Balsas, enmascarada con u n aparente uso ganadero  de  la región  (Barragán , 1994).

Notas adicionales para complementar el tema del Libro de referencia. «La agricultura en México»

Según el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP) estas eran las expectativas 2017:

Este documento ofrecen elementos estratégicos de los números del territorio y litorales mexicanos al respecto de la producción en los subsectores agrícola, pecuario y pesquero en el periodo mencionado. Además, destaca de manera importante el que se proporciona la perspectiva de crecimiento en 2017 en esos subsectores estimado de la siguiente manera: agrícola, 8.5 millones de toneladas (4.3%), y pecuario, 144 mil toneladas (0.7%). Para el pesquero el panorama no es tan favorable, ya que se prevé una cifra de -18 mil toneladas (-1.0%).

Otra parte sustancial de la publicación es la que informa acerca de la producción al término de mayo: el volumen de la producción agrícola (en referencia a los 64 cultivos de seguimiento mensual que generalmente contribuyen con alrededor de 90% del valor de la producción), pecuaria y pesquera de 2017 se espera sea de 230 millones de toneladas, 3.9% superior en relación con 2016, cuando se obtuvieron 221.4 millones de toneladas (5.6% menos que en 2015).

Además, para el subsector agrícola se prevé que para el año agrícola 2017 todos los grupos de cultivos aumenten su producción: granos y oleaginosas 1.9%, forrajes 4.5%, frutales 8.9%, hortalizas 4.5% y agroindustriales 4.0%. En granos, destacan por volumen maíz, sorgo  y trigo. En frutas sobresalen naranja, limón, plátano, mango, aguacate y sandía. En las hortalizas se distinguen el tomate rojo, chile verde, papa y cebolla; no obstante, en la expectativa de cierre de 2017 la única disminución esperada es en papa (2.5%). Para caña de azúcar y alfalfa, la expectativa es de 4.2 y 2.6% respectivamente, mayor que lo obtenido en 2016.

En lo que corresponde al subsector pecuario, en 2017, el estimado de producción de carne en canal para las principales especies es: incremento de 2.7% en comparación con 2016. La producción de porcino, carnes de ave y bovino se espera aumentarán 3.7, 2.4 y 2.3%, en ese orden. En otros productos, el mayor incremento se prevé en producción de huevo para plato, con 3.1%.

Acerca del subsector pesquero, la expectativa de producción de pesca para 2017 es 1.0% inferior a lo reportado en 2016, de acuerdo con la información disponible de la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca).


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