Agronomos Técnico Agronomico Miguel Alemán Velasco y el inicio de la modernización productiva

Miguel Alemán Velasco y el inicio de la modernización productiva

Del libro del Ing. Salvador Mena Munguia

En el régimen de Miguel Alemán se dieron nuevos y trascendentales pasos jurídicos para fortalecer al sector privado organizado sobre fundamentos empresariales en la agricultura.

Se hicieron modificaciones al inciso xv del artículo 27 constitucional para redefinir las condiciones de existencia de la pequeña propiedad en términos muy favorables para los grandes empresarios agrícolas.

Las nuevas disposiciones legitimaron la existencia de viejos latifundios encubiertos bajo la simulación de la pequeña propiedad repartida entre varios prestanombres casi siempre de una misma familia.

El proceso de concentración capitalista de la tierra se apoyó no sólo en preceptos legales, sino también en procedimientos ilegales que en muchos casos contaron con la complicidad de las autoridades agrarias, a través del despojo, la miseria y la explotación de los ejidatarios y los auténticos pequeños propietarios (Romero, 2002).

Al respecto es famosa la anécdota de un rico hacendado de San Luis Potosí que contaba con sólido apoyo gubernamental y que cuando le gustaba un rancho lo negociaba con el dueño que no quería vender, mediante la siguiente frase: “me pongo de acuerdo contigo o con tu viuda”.

Diecisiete días después de haber tomado posesión del poder, el licenciado Miguel Alemán anunció la inversión de 1 500 millones de pesos en obras de irrigación; estimó que era necesario regar los terrenos agrícolas; construir defensas contra inundaciones; terminar las obras del Río Colorado, las de Delicias, las de la Presa Solís, las del Bajo Río Lerma, las de Autlán, las del Río Mayo.

Opinó que la agricultura debía revolucionarse y para ello dictó disposiciones tendientes a que se abrieran nuevas y vastas extensiones de tierra al cultivo del algodón, la caña de azúcar, el maíz, el trigo.

Convencido de que México necesitaba producir lo suficiente para bastarse a sí mismo, apoyó decididamente el plan trazado por la Secretaría de Agricultura y Ganadería.

Se iniciaron los trabajos en el Río Fuerte, en la presa de Excamé y Trujillo, en la del Río Sinaloa; en Tehuantepec; en San Quintín, Baja California; en el Río Suchiate, en Guerrero; en Colima; en Michoacán y en Nayarit.

Se estableció la Comisión Nacional de Maíz, que dirigió con acierto el señor licenciado Gabriel Ramos Millán, secundado por el señor ingeniero Norberto Aguirre. Importante labor en beneficio de los pueblos de México desarrolló esta Comisión.

Se construyó la Ciudad Universitaria, sin duda una de las más funcionales y bellas del mundo. A un ritmo creciente se reanudaron los trabajos de la Ciudad Politécnica.

El presidente Alemán sienta las bases de la contra-reforma agraria, pues abandona definitivamente la vía campesina en beneficio de los neo-latifundios capitalistas.

Se incrementó la inversión en obras fundamentales para el desarrollo rural. El objetivo era aumentar la producción agrícola, pues se pensó que el reparto agrario no podría consolidarse si el ejidatario carecía de insumos para producir.

Simultáneamente se intensificó la actividad legislativa en materia agraria; se implantaron medidas “antiagraristas” como el amparo, que permitía a los pequeños propietarios contar con certificados de inafectabilidad, disposición elevada a rango constitucional en la fracción xv del artículo 27.

Alemán estaba convencido de que sólo la propiedad privada podía ser productiva y con potencial de desarrollo.

Se planteó como objetivo proteger a la propiedad privada en términos legales contra el movimiento agrario, el principal instrumento fueron las modificaciones al artículo 27 constitucional que permitían a los propietarios promover el juicio de amparo. En el periodo del presidente Alemán aumentaron los campesinos sin tierra que ostentaban condiciones de vida paupérrimas y no encontraron otra alternativa que emigrar como braceros a los EE. Uu.

La presencia de la fiebre aftosa en 1946 y la campaña para controlarla que se extendió hasta 1952, aunque causó pérdidas a los productores ganaderos, fue la causa para redefinir la actividad ganadera, pues durante ese tiempo la    frontera norte permaneció cerrada a los productos mexicanos.

A partir de entonces se generó un moderno sistema de procesamiento de la carne que propició el enlatado, empacado, congelado y desarrollo de la exportación.

Con la eliminación del riesgo de la fiebre aftosa, la producción mexicana de carne se dividió en dos zonas: la del norte, cuyos ganados estaban sanos y que se dedicó a la exportación de carne deshuesada, congelada y fresca; y la del sur, donde se había manifestado la enfermedad, sin posibilidades de exportación, destinando su producción principalmente al mercado interno.

Una considerable cantidad de superficie dedicada a la producción de alimentos para consumo humano directo fueron destinadas al cultivo de forrajes y semillas oleaginosas para sostener la producción ganadera, no sólo en las tierras de temporal, como era lógico, sino también en zonas de riego.

Se aumentó notablemente la superficie dedicada a la siembra de alfalfa, avena, cebada y sorgo, sobre todo este último sustituyó al maíz por sus mejores utilidades (Fujigaki, 2002).

En este periodo iniciado por Miguel Alemán y sostenido después por Ruíz Cortines y López Mateos, el sector agropecuario de México jugó un papel fundamental al abastecer a la población de alimentos y a la industria de materias primas, además de transferir importantes capitales, principalmente divisas, fruto del comercio exterior para su fortalecimiento.

La producción agrícola creció a tasas superiores al incremento de la población, de 1945 a 1955 la tasa media anual del sector agropecuario superó a la industrial, pero de 1955 a 1960 tomó un camino descendente, asociado tal vez con la caída de los precios internacionales de las materias primas, así como a las medidas proteccionistas de EE. Uu. respecto a su sector agropecuario. Sin embargo, de 1960 a 1965 volvió al camino del crecimiento,

aunque luego se deterioró poco a poco.

Según registros oficiales la agricultura aportaba en 1950 el 12% del Pib y para 1967 se redujo a 8%, mientras que la ganadería mantuvo una aportación del 4%.

El Estado promovió el desarrollo agrícola del país a través una política de inversión en infraestructura carretera, de irrigación y electrificación que favoreció al campo mexicano, así como la ampliación del crédito a través de la banca oficial; la región más beneficiada fue el norte del país, por la ampliación del monocultivo y las zonas de riego para una verdadera agricultura comercial, además de desarrollar un alto nivel tecnológico respecto al resto del país.

La intervención estatal a través de la creación de la Compañía Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo) permitió tres ventajas: primero, distribuir y comercializar alimentos y otros bienes a bajos precios para los asalariados; segundo, almacenar, importar y vender materias primas a la industria alimentaria con precios controlados; y tercero, establecer los llamados precios de garantía que actuaban como regula- dores oficiales (Fujigaki, 2002).

El proyecto de modernización de la agricultura mexicana que iniciaba te- nía como estrategias crear y consolidar distritos de riego en las zonas del país propicias para ello, la mecanización creciente de algunos cultivos, el empleo de semilla mejorada y el uso de fertilizantes e insecticidas; desde luego esos apoyos no llegaron a los ejidatarios minifundistas y mucho menos a los campesinos que producían para su propio consumo.

A finales de los años 1940, arrancó en México un convenio signado por la Secretaria de Agricultura y Ganadería y la Fundación Rockefeller que tenía como objetivos:

  1. Crear el desarrollo tecnológico que permitiera incrementar la productividad de los cultivos básicos de México particularmente, maíz, trigo, frijol y sorgo, de reciente introducción;
  2. Formar a técnicos agrícolas mexicanos en las ciencias agropecuarias con nivel de posgrado que garantizaran el sostenimiento del primer objetivo. A la postre el desarrollo del convenio beneficiaría a México a través del desarrollo articulado de un sistema de investigación propio y acorde a las necesidades del campo mexicano con tres institutos nacionales de investigación: el agrícola (Inia), el pecuario (Inip) y el forestal (Inif).

Con base en las grandes aportaciones de la fitotecnia para mejorar la producción de cereales y reducir el hambre y la pobreza existentes en EE. Uu. durante la época de “la gran depresión”, a principios de la década de 1940, el gobierno mexicano solicitó apoyo a la Fundación Rockefeller para combatir, mediante la fitotecnia, el déficit alimentario que en aquel momento se padecía en México.

A fin de elevar los rendimientos lo más rápido posible, el gobierno de México, con el apoyo de la Fundación, creó la Oficina de Estudios Especiales (Oee) para llevar a cabo investigaciones sobre varios cultivos, entre ellos, el maíz y el trigo.

Operada conjuntamente por la Secretaría de Agricultura y la Fundación, la Oee estableció parcelas de experimentación, creó métodos de extensión y empleó a jóvenes recién egresados de la universidad y les ayudó a obtener becas de posgrado.

En consecuencia, se lograron resultados muy positivos, sobre todo en la producción de maíz y de trigo, y en la formación de recursos humanos altamente capacitados.

El ingeniero Ricardo Acosta Velasco, junto con el licenciado Gabriel Ramos Millán, los dos amigos del presidente Miguel Alemán, le plantean a este último la creación de la Comisión Nacional del Maíz, que tenía por objetivo hacer grande el negocio de la multiplicación, beneficio y venta de semillas.

El 14 de febrero de 1947 se publica en el diario oficial el decreto de creación de la Comisión del Maíz, con tres premisas:

  1. La necesidad de multiplicar rápidamente la semilla generada por los campos experimentales.
  2. La intención de la Secretaría de desligarse de todo tipo de actividad comercial con la semilla y

El contar con material mejorado disponible para su multiplicación (Aboites, Martínez y Torres, 1999). En otro apartado, el decreto establecía que la Co misión del Maíz se encargaría de multiplicar las semillas mejoradas obtenidas en los campos experimentales de la Oficina de Estudios Especiales (Oee) creada para operar el convenio con la Fundación Rockefeller e integrada por investigadores estadounidenses y mexicanos, y el Instituto de Investigaciones Agrícolas, integrado exclusivamente por investigadores mexicanos y creado como contraparte de la Oee, en un afán nacionalista sin fundamento.

El licenciado Ramos Millán, al iniciar su encargo en la Comisión del Maíz y ante los resultados sorprendentes de la producción de maíz por la utilización de semilla híbrida en los EE. Uu., decidió importar varias toneladas de semilla híbrida de maíz de aquellas latitudes para ser sembrada en México y, como se trataba de una cruza sencilla de adaptación muy específica a aquellas condiciones, al ser sembrada en México tuvo un rotundo fracaso, como era de esperarse.

El licenciado Ramos Millán, además de crear la Comisión Nacional del Maíz, también trató de modernizar la siembra, por lo que le llamaron El apóstol del maíz.

Falleció joven en un accidente aéreo sobre los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl, donde también murió la actriz Blanca Estela Pavón el 26 de septiembre de 1949.

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